Unos ratones muertos de calor por una falla en el sistema de calefacción, y otros de hambre y sed porque a los investigadores se les olvidó darles comida o agua en sus jaulas durante una semana, y nadie se dio cuenta.
Primates encerrados en una habitación donde las luces estaban encendidas las 24 horas del día durante casi cinco meses porque el gerente de la instalación tenía demasiado trabajo.
Un veterinario que no brindó ningún cuidado a una hembra de mono búho usada para reproducirse después de que se enfermara gravemente y perdiera una quinta parte de su peso, lo que se tradujo en una insuficiencia cardíaca y hemorragia abdominal.
Estos casos forman parte de una retahíla de fallos en el bienestar animal que tuvo lugar durante un período de 22 meses, desde enero de 2018 hasta octubre de 2019, en los laboratorios de los Institutos Nacionales de Salud (NIH), el administrador de investigación médica y del comportamiento financiado por los contribuyentes de Estados Unidos.
31 incidentes reportados internamente han salido a la luz gracias a una solicitud de información hecha por Gente por el Tratamiento Ético de los Animales (PETA) y compartida en exclusiva con la AFP.
Estos casos se produjeron en varios centros, principalmente a las afueras de Bethesda, Maryland, y en un centro en Hamilton, Montana, donde se realizan investigaciones en áreas como diabetes, salud infantil y salud mental.
En un comunicado, el NIH dijo que se tomaba en serio todos estos incidentes de “incumplimiento” y que todos ellos habían sido investigados a fondo por su Oficina de Bienestar Animal de Laboratorio (OLAW). Con motivo de estas denuncias, el NIH hizo cambios en los procedimientos.
Pero los grupos de derechos de los animales, incluidos aquellos que, a diferencia de PETA, no se oponen ideológicamente a todas las pruebas con animales, criticaron las violaciones.
“Las leyes y regulaciones existen para minimizar el sufrimiento, el dolor, el estrés de los animales, y cuando esos estándares mínimos no se abordan o no se siguen, entonces tienes un sufrimiento significativo”, dijo Eric Kleiman, investigador del Instituto de Bienestar Animal.
“Entrenamiento, atención veterinaria, comida, agua: este es el más básico de los básicos. Si no puedes hacer este tipo de cosas correctamente, no tienes nada que hacer con los animales, es tan simple como eso”, agregó, y calificó estos casos como “impactantes”.
Fallos repetidos
Desde avances históricos como el descubrimiento de insulina a través de experimentos en perros, hasta el desarrollo el año pasado de un tratamiento contra el ébola a través del trabajo en ratones genéticamente modificados, además de terapias de vanguardia contra el cáncer, muchos científicos creen que la investigación en animales es crucial para el progreso médico.
Pero se supone que estas pruebas se realizan bajo estrictas leyes y políticas que detallan sus condiciones, incluido el tamaño de las jaulas, la temperatura ambiente y las necesidades de los animales, así como las visitas al veterinario y la cirugía higiénica y atención posoperatoria.
Las instalaciones federales de investigación están sujetas a la Política del Servicio de Salud Pública (PHS) sobre Cuidado Humano y Uso de Animales de Laboratorio, que a su vez exige el cumplimiento de la Ley de Bienestar Animal, una ley histórica firmada por el expresidente Lyndon Johnson en 1966.
A diferencia de los laboratorios privados y de las universidades, estos centros no están sujetos a inspecciones del Departamento de Agricultura estadounidense, lo que significa que se autoregulan.
Sin embargo, las repetidas violaciones de estas normas muestran que este sistema falla, dijo Alka Chandna, vicepresidenta de casos de investigaciones de laboratorio de PETA.
En no menos de cinco ocasiones, los ratones murieron de hambre o deshidratados porque los empleados olvidaron darles comida o agua. “El problema no se observó durante los controles de salud diarios”, reveló un informe de junio de 2018.
“¿Qué salió bien?”
Otros casos revelaron incompetencia en serie, dijo Chandna, incluido uno en el que un perro sufrió quemaduras en la piel debido a una manta eléctrica utilizada porque en la sala de procedimientos hacía demasiado frío.
En otra ocasión, 13 ratones murieron de calor después de que una falla del sistema de calefacción los dejar a 38° C durante la noche.
En julio de 2018, un investigador inyectó a 15 peces cebra con una solución de sal, a pesar de que este procedimiento no había sido aprobado. Cuatro de los peces murieron de inmediato.
Tres semanas después, el procedimiento se repitió en 18 peces, a pesar de que el protocolo seguía sin aprobación. 11 de estos peces fueron sacrificados y siete fueron encontrados muertos.
Estos incidentes no le costaron caro a los culpables: el gerente de un laboratorio que permitió que los primates permanecieran en una habitación con las luces encendidas durante cinco meses fue “aconsejado” y se le indicó que controlara las luces diariamente, según un informe publicado en marzo de 2018.
El veterinario que no atendió al mono búho después de haber sido notificado por un técnico veterinario de que el animal estaba muy enfermo fue reemplazado, pero no estaba claro si fueron despedidos o reasignados.
Sobre las múltiples cirugías que se llevaron a cabo sin tener en cuenta el procedimiento aséptico o la atención posoperatoria, Kleiman dijo que la pregunta no era tanto qué había salido mal, sino “¿qué salió bien?”.
Fuente: BioBioChile.cl