Es por esto que cada año, octubre se convierte en el mes de las películas de terror, calabazas, murciélagos, disfraces y también el momento en que muchos recuerdan las historias de miedo que se cuentan entre amigos.
Es así como las anécdotas vividas o los clásicos de nuestro folcklore se toman las conversaciones, donde Chiloé destaca por sus nutridas leyendas, que a estas alturas son parte de la cultura popular, como la Pincoya, el Caleuche o el Trauco.
Pero el centro de nuestro país tiene también sus clásicos y unos más modernos. Si vives en Santiago, quizás has escuchado hablar de la Rubia de Kennedy.
La leyenda
La historia comenzó a surgir en 1978 cuando varios taxistas empezaron a ver a una mujer rubia con un largo vestido blanco en avenida Presidente Kennedy.
De acuerdo a los relatos, esta persona pedía a los autos que pararan, y cuando estos se acercaban, la mujer se subía al vehículo y se desvanecía a las pocas cuadras.
Miguel Castañer, uno de los taxistas que la recogió, señaló que la rubia lo detuvo y le indicó que siguiera derecho, por lo que él aceleró. “Cálculo que a unos 900 metros me dijo: ‘no corra’. Miré por el espejo retrovisor y no la vi atrás mío. Miré a todos lados y no apareció. Detuve el auto y me bajé a mirar. No la encontré”, relató el hombre al programa La Hermandad de Chilevisión en 2017.
Según el libro Guía mágica de Santiago: historias de fantasmas, duendes y brujas, a fines de los 70′ la prensa informó que la misteriosa mujer sería una joven que murió en un accidente automovilístico, en Kennedy con Jerónimo Alerete, cuando volvía de una comida con su novio.
En tanto, en el escrito se indica que el diario La Segunda ahondó más, ya que afirmaron que un familiar de ella se había comunicado con el medio para dar veracidad al relato. La rubia sería María Infante, quien trabajaba para la Corporación de La Madera y murió el 8 de agosto de 1978.
Este fantasma no sólo se subía con taxistas, sino que también con autos familiares, pidiendo que la llevaran a un supermercado. Al igual que en los otros casos, cuando estos comenzaban a acelerar, la mujer les pedía que no lo hicieran y ella desaparecía. Algunos reportaron incluso sentir un frío en su espalda antes de que la mujer no fuera vista nuevamente.
Los casos fueron tan conocidos durante esos años, que incluso algunos chóferes dejaron constancia en la comisaría de Las Tranqueras sobre la aparición.