Nunca tanto dinero había sido devorado en una votación de medio mandato, creando una avalancha de anuncios en televisión, radio e internet.
En uno u otro bando se gastaron más de 5.000 millones de dólares para influenciar el voto de los estadounidenses, eclipsando en 35% el anterior récord para unas elecciones de medio mandato, en 2014, según el sitio especializado Opensecrets.org.
El flujo de dinero y de entusiasmo proviene principalmente del campo demócrata, decidido a romper el dominio republicano en las dos cámaras del Congreso.
La oposición es consciente que la historia de estos comicios suele ser fatal para el partido en el poder, y espera un voto castigo aún más categórico contra Donald Trump, a quien varios legisladores y candidatos acusan abiertamente de mentir, enterrar el sistema de protección social y dar rienda suelta a la extrema derecha.
Barack Obama en 2010, George W. Bush en 2006, Bill Clinton en 1994 y Ronald Reagan en 1986: cada uno perdió la mayoría en la Cámara de Representantes, la cámara baja del Congreso, cuyos 435 escaños serán enteramente renovados por dos años.
El vicepresidente, Mike Pence, reconoció el riesgo de una ola azul, el color demócrata, y llamó a sus seguidores a no abstenerse, prediciendo que “esa ola azul se va a estrellar contra un muro rojo”.
“Gran noche” republicana
La pelea es muy diferente entre las dos cámaras del Congreso. En la Cámara de Representantes, donde los demócratas deben arrancar 23 escaños para lograr la mayoría, los sondeos les favorecen a nivel nacional.
Una encuesta publicada el domingo por el Washington Post y similar a otras les dan 50% de intenciones de voto a los demócratas contra 43% para los republicanos. Pero predecir el resultado en los más de sesenta distritos realmente en juego es tarea imposible.
En el poderoso Senado, donde solo 35 bancas de 100 están en disputa para mandatos de seis años, los republicanos marchan con ventaja, porque las elecciones -azar del calendario- tienen lugar sobre todo en estados conservadores.
Los demócratas reconocen que la probabilidad de reconquistar la cámara alta es baja. “Es duro”, dijo a la AFP, Claire McCaskill, senadora demócrata a la reelección por Misuri, un estado que votó por Trump en 2016.
“No solo vamos a conservar la mayoría, sino que vamos a reforzarla”, dijo, muy confiado, el senador republicano Thom Tillis a Fox News el domingo. “Será una gran noche”.
Estados Unidos podría entonces amanecer el 3 de enero de 2019 con un Congreso dividido entre los dos partidos. Ese escenario es suficiente para meter trabas al jefe del Ejecutivo, que verá su agenda legislativa completamente bloqueada durante los 22 meses previos a la próxima elección presidencial, en noviembre de 2020.
Obama se activa
Consciente de que la votación es un referendo sobre su presidencia,Donald Trump fue el primero en salir al frente. Con un placer evidente, vuela de Misuri a Montana y a Florida para instar a quienes votaron por él a ir a las urnas.
En el cierre de la campaña, su mensaje es “muy simple”, como dijo el sábado: prosperidad y seguridad, vanagloriándose de la salud de la economía y una tasa de desempleo en su nivel más bajo en medio siglo.
Una derrota de los republicanos, advirtió en Florida, precipitaría la llegada del socialismo y de hordas de criminales provenientes de América Central.
“Impondrán el socialismo. Bienvenidos a Venezuela”, dijo.
Los demócratas, dijo, “quieren borrar las fronteras” y dar más derechos “a los clandestinos que a los ciudadanos estadounidenses”.
Desde hace varias semanas, el presidente presenta en términos alarmantes las caravanas de miles de migrantes centroamericanos que actualmente atraviesan México camino a Estados Unidos.
El mandatario ordenó el despliegue de miles de soldados a la frontera, y la cadena Fox News difundió el domingo imágenes de militares instalando alambres de púas.
Trump visitará nuevamente Georgia y Tennessee este domingo.
Del lado opositor, Barack Obama salió de su reserva para movilizar al electorado demócrata. Este domingo estará en Indiana y en Chicago, Illinois.
Fuente: BioBioChile