Al menos cinco reuniones sostuvieron representantes del gobierno chileno y boliviano en 2011, con el propósito de otorgar una salida al mar al país vecino.
Las minutas de las mencionadas negociaciones fueron reveladas la mañana de hoy domingo por La Tercera, en las vísperas de que se conozca el fallo de la Corte Internacional de Justicia de La Haya por la petición marítima presentada por Bolivia y tras el anuncio realizó Evo Morales respecto de una contrademanda a Chile por el uso de las aguas del río Silala.
De acuerdo al medio matutino, la tarea fue encargada por el canciller de la época Alfredo Moreno y el propio Sebastián Piñera al exministro de Energía, Jorge Bunster.
La labor no era menor: el representante chileno debía protagonizar el último intento para buscar una solución al problema limítrofe y sostener diálogos con su par boliviano Walker San Miguel, excónsul de los altiplánicos en Chile, tras una tensa reunión entre el mandatario nacional y Evo Morales en Lima, antes de la ceremonia de asunción al mando del gobierno peruano Ollanta Humala.
Así las cosas, la primera cita entre ambos enviados se concretó en un hotel en Mendoza, donde el emisario nacional indicó que lasreuniones debían mantenerse en hermetismo.
Asimismo, Bunster sostuvo en su primer informe -publicado por La Tercera- que “acordamos intercambiar los puntos que podría contener este tratado en los próximos días; sí salieron de manera preliminar algunos de ellos: Puerto y Complejo Industrial; Silala y recursos hídricos; venta de gas a Chile (levantar el veto); Inversiones, terreno en Arica; resolver el tema de la Constitución; administración del ferrocarril Arica-La Paz; perfeccionamiento del libre tránsito tanto para personas como mercancías”.
A menos de un mes después, los representantes se volvieron a reunir a principios de septiembre de 2011 en Buenos Aires, ocasión en la que San Miguel le manifestó la importancia del ferrocarril “para acercar el mar”, por lo que incluso se le añadirían carros de pasajeros.
“El segundo punto del acuerdo era la entrega en concesión por parte de Chile de un complejo portuario. Aunque su ubicación no estaba clara (se mencionan Pisagua, Patache o Patillo) “se le hizo ver que la bahía de Mejillones podría ser la mejor alternativa”, consigna el matutino, añadiendo que existía gran interés del emisario altiplánico en este proyecto.
Final sin acuerdos
Las negociaciones eso sí comenzaron a frustrarse a medida que la parte boliviana se percató que Chile no estaba dispuesto a tranzar soberanía y que lo ofrecido correspondía sólo a una solución intermedia. A juicio del enviado boliviano, al no considerarse la entrega de terrenos con autonomía, la oferta del gobierno de Piñera debía sumar mayores elementos.
De hecho, Bunster y San Miguel se reunieron otras tres veces en Arica, Calama y Santa Cruz, llegando los encuentros a su fin al no encontrar un acuerdo.
“Parece claro que los vientos internos en Bolivia van en la dirección de construir la demanda marítima. Muchos pueden constatar que ese camino es un gran error, pero ninguno se atreve a pagar el precio de oponerse”, escribió Bunster, según recoge el periódico nacional.