El tiempo promedio de permanencia de una persona en situación de calle en Chile es de casi seis años. Es sabido que tras los primeros seis meses, quien llega a vivir en la calle termina de romper los puentes, soltar las amarras, perder el ancla, la brújula y todos los instrumentos de navegación existencial que lo ligan a su vida anterior. Todo ello hace que cada vez sea más difícil la vuelta atrás.
Estos son datos estadísticos, otra cosa son las personas de carne y hueso. En mi proceso de inmersión como nuevo capellán del Hogar de Cristo, recorrí las obras que la causa del padre Hurtado tiene por todo Chile. En la Hospedería de Iquique me encontré con Roberto, que estaba logrando dejar la calle. Con gran orgullo contaba que antes en el Mercado El Agro le decían “¡Fuera de aquí!” y que ahora las mismas mujeres de las cocinerías lo saludan con un “Adelante, joven, ¿qué se va a servir?”. Algo tan simple como eso, le inflaba el pecho: está recuperando su respetabilidad, su dignidad y también su autoestima.
Cuando narro estas historias e invito a hacer una Ruta de Calle, es común que alguno retruque que no cree en el asistencialismo, que hay que enseñar a pescar, no regalar pescado. Pero muchos de los que están en la calle fueron, usando la misma metáfora, pescadores profesionales, pero que la vida les jugó una mala pasada y que ninguno de nosotros está a salvo de llegar a una situación similar. La situación de calle suele estar ligada a profundos quiebres, a pérdidas familiares y/o económicas tremendas, lo que puede llevar a severas alteraciones de la salud mental o al consumo de alcohol y otras drogas.
Ahora que se inició el invierno, Hogar de Cristo invita a cambiar el pronóstico del tiempo: ¡Del tiempo promedio de seis años que las personas en situación de calle pasan en ella! Es un llamado ambicioso, que busca movilizarnos para sacar a esas 15 mil personas que duermen a la intemperie o en rucos y conseguir que vuelvan a pescar por sí mismos. Para esto se requiere un trabajo a largo plazo y no una labor acotada al invierno: debiera durar 365 días.
Agradecemos, a quienes conmovidos por el frío y la humedad, salen a repartir nylon, abrigo, café y comida caliente, y los convocamos a mantener esa sensibilidad viva y a ayudarnos a cambiar el pronóstico. Porque hay una riqueza invaluable en esas 15 mil personas que vagan por nuestras calles, no la desechemos.
José Fco. Yuraszeck S.J.
Capellán del Hogar de Cristo