Un alto comisionado de la ONU para los Derechos Humanos criticó la violencia en contra de los palestinos que se manifiestan en Gaza, independientemente de si representa o no una amenaza inminente.
“Parece que cualquiera puede morir tiroteado”, declaró a la prensa Rupert Colville, quien subrayó que el derecho internacional prevé claramente que “la fuerza letal solo puede usarse como medida de último, no de primer recurso”.
“No es aceptable decir que se trata de Hamas y por tanto está bien”, agregó, rechazando la justificación presentada por Israel, que acusó al movimiento islamista que controla Gaza de ser el artífice de la manifestación, por lo que sólo defienden su territorio.
Entre las casi 60 personas que murieron baleadas el lunes, principalmente por tiradores de élite israelíes, figuraba un doble amputado, declaró Colville. “¿Qué amenaza puede representar un hombre doble amputado desde el otro lado de una valla ancha y fortificada?”, advirtió.
Los disparos dejaron también 2.400 heridos, lo que hizo del lunes la jornada más sangrienta del conflicto palestino desde la guerra de 2014.
El alto comisionado de Derechos Humanos, Zeid Ra’ad Al Hussein, añadió que “quienes son responsables de violaciones flagrantes de los derechos humanos deberán rendir cuentas”.
Apertura de embajada
Varios países, entre ellos Reino Unido, Francia y Rusia reprobaron la apertura de la embajada estadounidense en Jerusalén, cuyo traslado fue rechazado por 128 de los 193 países miembros de la ONU.
La inauguración de ayer lunes motivó una manifestación de decenas de miles de personas en la Franja de Gaza. Al menos 52 murieron por disparos de soldados israelíes y cientos resultaron heridas. El presidente palestino Mahmud Abas denunció una “masacre”.
En tanto, la organización Amnistía Internacional (AI) pidió a Israel que acabe “inmediatamente” con la represión a tiros de las protestas en la Franja de Gaza, que calificó como una “abominable violación” de los derechos humanos y la consideró como “crímenes de guerra”. La ONG Human Rights Watch (HRW) denunció “un baño de sangre que cualquiera pudo advertir”.