Es la investigación más significativa hasta la fecha.
Existen estudios que avalan el consumo moderado de alcohol, mientras que otros, como el publicado el año pasado por el British Medical Journal, determinan que beber entre 14 a 21 unidades de alcohol a la semana (cinco copas de whisky o más de tres cervezas de medio litro) afecta directamente a la salud del cerebro.
La revista francesa Lancet Public Health publicó el día de ayer un informe que demuestra que los bebedores empedernidos tienen altas posibilidades de sufrir cualquier tipo de demencia. Este sería el mayor estudio que existe hasta el momento sobre los efectos del consumo de alcohol.
La investigación recogió el historial médico de más de un millón de participantes con demencia durante un lapso de seis años, datos que establecieron que sí existe una relación entre beber constantemente bebidas alcohólicas y la aparición prematura de demencia senil.
Se trata de un grupo de doctores del Centro para la Adicción y las Enfermedades, quienes pudieron observar que 57 mil de los casos analizados relacionaban diagnósticos de demencia precoz con un consumo excesivo de alcohol en la juventud.
Para determinar qué significa un “excesivo” consumo de alcohol, se midieron por los valores establecidos por la Organización Mundial de la Salud: 60 gramos de alcohol puro al día para los hombres y 40 en el caso de las mujeres. En otras palabras, unas 4 latas de cervezas o 6 copas de vino.
En definitiva, según este estudio, los bebedores empedernidos presentan tres veces más posibilidades de contraer cualquier tipo de demencia.
La pérdida de la memoria tiene que ver con la deficiencia de tiamina provocada por beber alcohol. Daño, que según el principal Doctor de esta investigación, es irreversible.
Quienes fueron alcohólicos en un tiempo, “pero ya no”, tienen igual riesgo de contraer enfermedades relacionadas al funcionamiento correcto del cerebro.
Respecto a la diferencia de género, si bien la mayoría de los pacientes eran mujeres, casi dos tercios de los hombres desarrollaron “demencia temprana”, es decir, antes de los 65 años.
Si bien la demencia se asocia a un mal inevitable de la vejez, existen varias maneras de evitarla, que generalmente involucran tener hábitos de vida saludables.