La Dra. Estefanía Bonnail, miembro del equipo científico del Centro de Investigaciones Costeras de la Universidad de Atacama (CIC UDA), está en Noruega desarrollando una colaboración en un ambicioso proyecto internacional que busca determinar el impacto de posibles fugas de CO2 desde el subsuelo marino.
En el mundo, una de las medidas de mitigación del cambio climático consiste en la captura de CO2generado en las industrias y su posterior inyección en el subsuelo oceánico. A esta tecnología se le denomina Carbon Capture and Storage (CCS). Sin embargo, ya que se trata de estructuras geológicas estables, se desconocen los efectos que pueden causar posibles fugas de dióxido de carbono en el océano, la química del agua, los sedimentos y la fauna.
Diversas han sido las iniciativas que se han emprendido en todo el mundo para poder mitigar los efectos de las emisiones de CO2 -dióxido de carbono- sobre el medioambiente. Una de esas medidas ha sido la captura de emisiones industriales de CO2 y su inyección en depósitos ubicados en la profundidad del subsuelo marino, técnica conocida como almacenamiento oceánico de CO2. No obstante, hasta ahora no se ha podido determinar cuál es el impacto real de las eventuales fugas de dióxido de carbono desde estos depósitos, y cómo están afectando al ecosistema y el entorno marino.
En ese contexto, un equipo de investigadores de la Universidad Noruega de Ciencia y Tecnología (NTNU) liderado por el Profesor Dr. Murat V. Ardelan, el organismo SINTEF ocean, Instituto Noruego de Investigación del Agua (NIVA), La Universidad de Cádiz en España , La Universidad de Lawrence Berkeley National Laboratory en Estados Unidos y con la colaboración de la investigadora de la Universidad de Atacama, Dra Estefanía Bonnail, están buscando determinar el impacto que esas posibles fugas de gas tienen en el ecosistema marino, a través del proyecto TrykkCO2 financiado por el gobierno noruego.
“El proyecto se centra en el estudio de los impactos que pueden derivar de las fugas de CO2 desde los almacenes submarinos, como medida de mitigación frente al cambio climático. No se conoce el alcance de éstos desde el punto de vista químico, geológico y biológico. Se sabe que la acidificación provoca cambios directos sobre los sedimentos promoviendo la movilización de metales, es decir, los transforma en formas más biodisponibles, las cuales son las formas tóxicas para los organismos. Los efectos alcanzarían diferentes niveles, desde bioquímicos, aumentos de la bioacumulación en tejido y/o incluso muerte directa. Por otro lado, la movilidad de metales puede aumentar la concentración de metales dentro de la cadena trófica y, por tanto, alcanzar los estratos de consumo humano (pescados y mariscos). Sobre todo esto existe aún un desconocimiento, al que se pretende dar respuesta con el proyecto” explicó la científica en contacto desde Noruega.
Tanque experimental
Para lograr estos objetivos, el equipo internacional de investigadores está utilizando un tanque único de alta presión denominado TiTank, diseñado para la simulación del fondo oceánico por NTNU, la Organización Científica SINTEF y la Compañía Estatal Noruega de Petróleo STATOIL.
La investigadora indicó que se encuentran desarrollando esta etapa experimental. “Se trata de un experimento de larga duración (tres meses) donde, dentro del tanque de presión Titank (a 30 atm) se inyecta dióxido de carbono y se simulan las condiciones marinas a 300 metros de profundidad. Se está experimentando con sedimentos y almejas recolectadas del fiordo de Trondheim. Yo dentro del proyecto llevo a cabo una colaboración directa con el SINTEF y la NTNU. Estoy dentro de los equipos de trabajo de biología y química. Dentro del primero me encargo de los experimentos con las almejas, en los que se estudiará el crecimiento, la bioacumulación de metales en el tejido y la afección de la acidificación en la concha; y, por otro lado, cambios en la microbiología del sedimento. Dentro de la química, cambios en el pH, movilidad de metales y especiaciones en agua”, informó la Dra. Bonnail.
En ese sentido, la investigadora explicó que la integración de todos los resultados permitirá determinar el riesgo ambiental asociado a estos depósitos en casos de fugas, aportando así con el conocimiento científico existente respecto a este tipo de medidas de mitigación ambiental. Destacó que este trabajo permitirá además fortalecer los lazos de investigación y colaboración internacional que está impulsando el Centro de Investigaciones Costeras (CIC UDA) de la Universidad de Atacama.