Académicos de la Pontificia Universidad Católica de Valparaíso realizaron un informe sobre el comportamiento del siniestro a través de las capturas realizadas por los satélites Sentinel 3 y Landsat. El equipo del Laboratorio de Geo-información y Percepción Remota de la Universidad concluyó que el Lago Peñuelas actuó como un corta fuego natural para detener el avance de las llamas desde su origen, cerca de la Ruta 68, hacia Valparaíso.
En un reciente informe elaborado por académicos e investigadores de la Pontificia Universidad Católica de Valparaíso (PUCV), con imágenes de la NASA, se revelaron impactantes detalles sobre la magnitud y severidad de los incendios forestales que devastaron la región.
Utilizando las primeras imágenes satelitales de la NASA, específicamente del satélite Sentinel 3 y Landsat, el Laboratorio de Geo-información y Percepción Remota de la PUCV proporcionó una visión detallada del comportamiento del siniestro.
El análisis señala que el Lago Peñuelas desempeñó un papel crucial al actuar como un cortafuego natural, deteniendo el avance de las llamas desde su punto de origen cerca de la Ruta 68 hacia Valparaíso.
Asimismo, las imágenes satelitales y el informe subrayan que las condiciones meteorológicas fueron propicias para desencadenar un mega incendio en la región.
En tanto, la topografía irregular de la zona no solo dificultó el control del incendio, sino que también contribuyó a que este adquiriera un comportamiento eruptivo, complejizando aún más las operaciones de extinción.
El informe detalla el uso de técnicas avanzadas de análisis satelital para evaluar el área quemada y la severidad del incendio. El índice normalizado de área quemada (NBR) reveló que el área afectada abarcó un total de 9.429 hectáreas, considerando distintos niveles de severidad.
“Las estimaciones de severidad dependen de los criterios biofísicos de la zona, esto quiere decir que son patrones, hay elementos que aparecen y desaparecen en el territorio y que son capturados por las bandas espectrales del satélite, esto es el combustible que se encuentra a nivel territorial que es básicamente vegetación, pasto seco, arbustos, árboles, plantaciones forestales y la madera, que también está en las casas que fueron afectadas después”, puntualizó Roberto Chavez, director del Laboratorio de Geo-información y Percepción Remota de la PUCV.
Entre las conclusiones más alarmantes, se destaca la afirmación de que todo megaincendio forestal tiende a convertirse en estructural, afectando inevitablemente áreas urbanas colindantes.
El informe también resalta la vulnerabilidad de las periferias suburbanas debido al deterioro y abandono de plantaciones, especialmente de eucaliptos altamente combustibles.
Las imágenes
La primera imagen satelital fue tomada por el satélite Sentinel 3 de la ESA el día 3 de febrero de 2024 a las 11:33 hora local, la cual se encuentra completamente libre de nubes, lo que permite observar los múltiples focos activos y plumas de humo proyectándose hacia el norte.
La imagen corresponde, en términos científicos, a una visualización denominada “cicatriz del incendio” o “fire scar” usando la combinación de bandas espectrales SWIR, NIR y Red de la imagen multiespectral, las cuales, explicó Roberto Chavez, “son capturas multiespectrales de cierta información o imágenes más allá del espectro visible, que es lo que capturarían nuestros ojos si estuviésemos arriba de un avión. Estas imágenes tienen bandas visibles (roja, verde y azul), pero además tienen otras partes del espectro electromagnético que nuestros ojos no pueden percibir”.
Por otro lado, la imagen libre de nubes estuvo disponible en forma previa al incendio, el día 20 de diciembre de 2023, mientras que la captura posterior al incendio corresponde al 5 de febrero de 2024, fecha en la que ya se había controlado parcialmente la emergencia, quedando activos algunos vectores de avance menores. Aquellos registros fueron captados por satélites Landsat, que toman imágenes cada 16 días.
Los científicos calcularon el índice normalizado de área quemada (NBR) para las imágenes previa y posterior al incendio, para luego y mediante la resta o diferencia entre ambas (dNBR), estimar la severidad del incendio en términos de cobertura vegetal quemada. De acuerdo con esta matemática, el área afectada alcanza las 9.429 hectáreas, lo que considera zonas de baja, media y alta severidad.
“Las estimaciones de severidad dependen de los criterios biofísicos de la zona, esto quiere decir que son patrones, hay elementos que aparecen y desaparecen en el territorio y que son capturados por las bandas espectrales del satélite, esto es el combustible que se encuentra a nivel territorial que es básicamente vegetación, pasto seco, arbustos, árboles, plantaciones forestales y la madera, que también está en las casas que fueron afectadas después”, puntualizó Chávez.
Puedes revisar el informe a continuación:
Fuente: BioBioChile.cl