Escuchar que tu hijo grita o se despierta muy asustado en mitad de la noche, puede ser una situación desesperante para los padres. Sobre todo cuando no sabes cómo ayudarlo.
Ante esas situaciones, debes considerar que el niño podría estar sufriendo de pesadillas, o de los denominados “terrores nocturnos”.
En ese último caso la genética juega un rol fundamental, y es más probable que el niño experimente esos terrores nocturnos si heredó trastornos del sueño de sus padres.
Identifica los terrores nocturnos
Los terrores nocturnos suelen tener su punto máximo entre los 3 y 4 años, y ocurren durante el sueño no REM, es decir en la transición entre los ciclos del sueño. Generalmente se experimentan en los primeros 90 minutos después de quedarse dormido.
Asimismo, pueden durar de unos segundos hasta varios minutos. A pesar de que no hay consenso sobre qué tan comunes son en los niños, las estimaciones van desde un 1 hasta un 40%.
¿En qué se diferencian con las pesadillas?
Si tu hijo está experimentando un terror nocturno mientras duerme, parecerá que está superado por el miedo. “Da mucho pavor presenciarlos”, describe la especialista. “Sin embargo, a menudo es más aterrador para los padres que para los propios niños”, asegura.
En este contexto, debes considerar que algunos de los signos más característicos incluyen llanto inconsolable, patadas, gritos, golpes, conversaciones incoherentes e incluso en ocasiones sonambulismo.
Si bien pueden parecerse, los terrores nocturnos son muy diferentes a las pesadillas, porque no puedes consolar a tu hijo para que la deje. Por otra parte, el niño tampoco recordará el evento.
“Los niños pueden recordar pesadillas, pero no pueden recordar un terror nocturno”, dice Ponti. “No es como un sueño vívido y aterrador. Es solo esta reacción de miedo subconsciente a la transición del sueño”, precisa.
Cómo ayudarlo
Cuando tu hijo experimenta un terror nocturno, es primordial asegurarse de que no se lastime. “Tampoco debes despertarlo mientras está sucediendo, porque tendrá problemas para volver a dormirse”, detalla Ponti. “Puedes sentarte a su lado, darles un abrazo y guiarlos suavemente para que retome su descanso”, aconseja.
Si bien es común que esos episodios sucedan una o dos veces durante su crecimiento, debes estar alerta si comienzan a ocurrir regularmente. En ese caso sería buena idea consultar con tu pediatra.
“También puedes solicitar una derivación a un especialista en sueño si los terrores se vuelven perturbadores y también te preocupan otros trastornos como la apnea del sueño”, señala.
Aun así, es útil recordar que “los terrores nocturnos desaparecen y realmente no hay nada de qué preocuparse”, concluye la especialista.
Fuente: BioBioChile