Los problemas respiratorios del nuevo coronavirus y las personas que los sufrían hicieron creer en un principio que los niños y adolescentes no sufrían mayor riesgo de padecer esta enfermedad.
No obstante, la humanidad estaba equivocada: con el paso del tiempo, la ciencia y los médicos comenzaron a notar que personas más jóvenes sufrían problemas a la piel e hinchazón en los dedos debido al SARS-CoV-2, sin manifestar síntomas de resfrío.
Pero como todos los días se aprende algo nuevo acerca de este virus, especialistas comenzaron a notar otro problema de salud que en general ataca a niños y adolescentes en edad escolar.
Los Centros para el Control y la Prevención de Enfermedades de Estados Unidos (CDC, por su sigla en inglés) lo catalogaron como “enfermedad inflamatoria multisistémica infantil” (MIS-C, en inglés).
En concreto, causa inflamaciones en prácticamente todo el cuerpo e incluso puede paralizar el corazón, motivo por el cual se ha comparado con la enfermedad de Kawasaki, aunque desde el mundo de la salud ya notaron diferencias entre ellas.
Por ejemplo, se comprobó que la MIS-C compromete al vital músculo de otra manera y su principal objetivo son los niños en edad escolar, no bebés ni pequeños.
Además, se manifiesta a las semanas después del contagio, especialmente en pacientes que nunca demostraron complicaciones respiratorias.
“Fuego puro en las venas”
Esta afección se ha detectado en cerca de 200 niños en Estados Unidos y Europa e incluso ha cobrado la vida de algunos.
El periódico estadounidense The New York Times entrevistó a uno de los pacientes en cuestión: Jack, un joven de 14 años residente de Queens (Nueva York), quien cursa lo que en Chile se conoce como primero medio y no se entiende cómo se contagió con el nuevo coronavirus, ya que guardó una cuarentena estricta tal como el resto de su familia y solo registró una salida en compañía de su madre, dentro del mismo complejo de departamentos en el que viven.
Primero mostró un sarpullido rojizo en las manos, el que sus padres ligaron con el lavado constante de manos y la sanitización constante de alcohol gel; y luego se sumaron ojos vidriosos y dolor de estómago. Con los días comenzó a sentirse peor y finalmente una mañana no se pudo mover.
A esa altura, Jack mostraba un nódulo linfático del porte de una pelota de tenis, fiebre, una presión muy baja y dolor en todo el cuerpo. “Podía sentir cómo recorría mis venas y era como si alguien me hubiera inyectado fuego puro”, señaló al matutino de la gran manzana.
Tras ser internado de urgencia y recibir un tratamiento médico, Jack logró recuperarse, aunque el equipo que lo atendió comprendió el riesgo que corría.
“Sin duda pudo haber muerto. Cuando hay insuficiencia cardiovascular pueden surgir otras cosas. Otros órganos pueden colapsar, uno tras otro, y la supervivencia se vuelve muy difícil, dijo al citado medio Gheorghe Ganea, quien junto con su esposa Camelia han sido los médicos de Jack desde hace un tiempo.
La semana del 11 de mayo, los CDC pidieron que los médicos de todo el país reportaran los casos sospechosos de esta nueva afección luego que el estado de Nueva York reportara tres muertes por ello.
Hasta el 17 de mayo, según el Times, la zona estudiaba 137 casos, pero circunscritos solamente a la ciudad del mismo nombre.
“Todos están haciendo todo lo que pueden para analizar esto desde todas las perspectivas y obtener las respuestas que quieren los padres, que nosotros queremos”, señaló al respecto Thomas Connors, el médico pediatra de cuidados intensivos que trató a Jack en el hospital Morgan Stanley, del grupo de hospitales NewYork-Presbyterian.
Finalmente, Jack fue dado de alta el 7 de mayo, una semana después de ser ingresado al recinto asistencial. El hecho lo celebró afirmando sentirse como Pinocho: “ser un niño de verdad y sin cables en su cuerpo”.
Pero tendrá que seguir en controles cardiológicos en el futuro próximo e incluso deberá ingerir una serie de medicamentos. No obstante, la experiencia podría haber despertado en él su vocación de médico.
“Me interesaba mucho el corazón”, dijo al Times, algo que aumentó con la experiencia que vivió en carne propia. “Solo quiero hacer más con mi vida ahora que me la han devuelto”, finalizó Jack desde su casa, sosteniendo un escudo del Capitán América.
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