Ni los griegos con toda su parafernalia de la democracia, el teatro y la geometría lograron concebirlo. Ni los romanos con toda su sabiduría de derecho y jurisprudencia pudieron imaginarlo. Ni toda la civilización occidental europea, herederos de la cultura judea-cristiana, pudieron siquiera atisbar algún concepto parecido.
Cuando usted aprendió los números romanos en el colegio… ¿qué signo aprendió usted para el cero? Usted no aprendió ningún número cero romano en el colegio, pues ellos jamás concibieron la noción de cero. En Occidente todo siempre ha partido de uno, todo siempre comienza desde algo.
Fueron los hindúes (*) quienes inventaron o concibieron la noción de cero. Para ellos todo partía desde la ausencia del todo, es decir de la nada. Y fueron los árabes, quienes al tomar contacto con los hindúes, importaron el concepto de cero a Europa.
Los hindúes llamaron en sánscrito al cero: “shunya”, es decir “vacío”. Los árabes, a su vez, lo llamaron “sifr” y de este vocablo proviene el vocablo español “cifra”.
Los números que usamos actualmente son llamados indo-arábigos, pues fueron diseñados por los hindúes y difundidos en Occidente por los árabes, a través de Al-Ándalus, es decir la península Ibérica, donde gobernaron hasta 1492.
Muchos eruditos sostienen que los mayas también concibieron la noción de cero.
El cero permite la notación posicional: este es básicamente un sistema de numeración en el cual cada dígito posee un valor que depende de su posición relativa. La notación posicional inventada por los hindúes simplificó considerablemente las operaciones de suma, resta, división y multiplicación. Los romanos no usaban una notación posicional, y por eso las operaciones aritméticas eran sumamente complejas. Imagínese la entelequia de sumar 532 más 68 en números romanos (DXXXII + LXVIII). Ahora imagínese la complejidad de multiplicar ambas cifras o la de dividir 532 por 68 en números romanos.
La notación posicional que usamos en la actualidad es decimal: ello significa que utilizamos solamente diez signos para representar cualquier número: 0, 1, 2, 3, 4, 5, 6, 7, 8 y 9.
Pero piense en el misterio del cero: puesto a la derecha de cualquier número multiplica su valor por 10. Y cualquier signo puesto a la izquierda de un cero, tiene un valor completamente distinto que si no estuviera el cero en ese lugar. Medite por ejemplo en el hecho de que luego del 9 sigue el 10. Pero… ¿por qué el 10 lo representamos con un uno y un cero? ¿Por qué un “uno” seguido de la “nada” es superior al número 9? Este es un convencionalismo basado sobre el más arcano de los misterios. Para todos, es natural que al 9 suceda el 10, pero no reparamos en la grandeza de este misterio que fue develado por los hindúes.
La introducción del cero y los números indo-arábigos en Europa durante el Medioevo, permitió el desarrollo del humanismo posterior, de la ingeniería y de la posterior Revolución Industrial. No fue la imprenta de Gutenberg, quien propició –en este aspecto- el desarrollo de Occidente. Fue el concepto de cero y esto se lo debemos a hindúes y árabes. Occidente le debe su desarrollo a Oriente.
El cero representa la NADA. Y la NADA es el fundamento de TODO el desarrollo de la humanidad.
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* algunos utilizan el vocablo “indios” para referirse a los naturales de India y el de “hindúes” para referirse a los practicantes o devotos del hinduismo, una religión dhármica. Otros preferimos usar el vocablo “hindú” para referirnos a los naturales de India y el de “hinduistas” para hacer alusión a los practicantes del hinduismo. Ambas son formas válidas reconocidas por la RAE.
Víctor Manuel Santana Escobar
Juez de Garantía de Copiapó