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Atacama y sus niños olvidados

Nelson Mandela tiene muchas frases luminosas, inspiradoras, pero hay una que no puede ser más certera: “No existe revelación más intensa del alma de una sociedad que la forma en que trata a sus niños”.

Tratar a los niños como seres humanos con derechos es esencial para hacer de Chile un mejor país, más digno y justo. Los niños son personas y merecen que -a través de la capacidad transformadora de la educación, en especial en aquellos sectores de mayor vulnerabilidad y pobreza-, potenciamos al máximo sus capacidades y oportunidades en las primeras etapas de la vida. Por eso es tan lamentable que de la población de lactantes y niños de entre 0 y 4 años, con pobreza por ingreso y multidimensional, que debería asistir a salas cuna y jardines infantiles, un 66% no lo esté haciendo. Son casi 62 mil niños en todo el país los que no están recibiendo educación inicial, y una de las regiones donde esta situación resulta más crítica es en la nuestra, Atacama, donde la brecha alcanza a un 73% de la infancia más vulnerable.

El viernes pasado se presentó en Santiago el libro El Plan Inicial que recoge 12 propuestas construidas por más 40 fundaciones que se dedican a la educación parvularia y entregadas al gobierno, incluido el Hogar de Cristo. Los educadores de párvulos son los llamados a construir el gran cimiento para el conocimiento y las habilidades que se adquirirán en etapas posteriores. La capacidad de aprendizaje que tiene el cerebro de los niños a esa edad es notable, no se consigue nunca más en la vida, por eso una educación parvularia de calidad para todos, independientemente de dónde hayan nacido, del nivel de ingreso de sus padres, de su etnia o su sexo, puede ser revolucionaria en términos de lograr cambios sociales claves y romper los ciclos de pobreza.

Los niños no son “menores” como se sigue diciendo desde una mirada paternalista y autoritaria de la infancia, dándoles una categoría inferior; la educación parvularia tampoco es “menor”, no es el pariente pobre de la educación ni se reduce a jugar y cantar, aunque esas son dos actividades profundamente pedagógicas. El Plan Inicial y sus propuestas deben ser tomados en serio y puestos en acción ahora, sobre todo en Atacama, donde nuestros lactantes y párvulos están quedando rezagados, porque, realmente los niños no pueden esperar. El futuro de los niños es hoy, sostenía con razón Gabriela Mistral.

Carol Calderón, Hogar de Cristo

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