Bolivia conocerá este lunes tras cinco años de espera si la Corte Internacional de Justicia (CIJ) de La Haya apoya su demanda marítima ante Chile o si bien da carpetazo a este sensible reclamo que enturbia sus relaciones desde hace décadas.
A las 10:00 horas (de Chile) en el Palacio de la Paz de la ciudad holandesa, el presidente del tribunal, el somalí Abdulqawi Ahmed Yusuf, debe decir si Santiago tiene la obligación de negociar un acceso soberano al océano Pacífico.
Los 15 magistrados de este tribunal de la ONU sólo deben pronunciarse sobre si existe esa obligación y, en tal caso, si nuestro país cumplió o debe todavía cumplir con ella.
Recordemos que Bolivia no pidió en su demanda de 2013 que se fijaran las formas de acceder al mar.
Al igual que hizo durante los alegatos orales en marzo, el presidente boliviano, Evo Morales, acudirá a la CIJ para el fallo, algo poco usual en jefes de Estado, mientras que Sebastián Piñera lo seguirá desde Santiago.
El tema es altamente sensible en ambos países. La víspera, la Iglesia Católica, en una declaración conjunta de las conferencias episcopales de Chile y Bolivia, urgió a acatar el fallo con “paz y sensatez, espíritu constructivo y fraterno”.
“Nueva era”
La demanda de La Paz data de abril de 2013, pero sus bases se remontan hasta el Tratado de 1904, que selló la pérdida de 120.000 km2 de territorio, entre ellos los 400 km de costa, en la Guerra del Pacífico ante Chile.
Pese a la derrota, que supuso el enclaustramiento de Bolivia -el único país de América junto a Paraguay sin costa-, La Paz defiende que Chile se había comprometido a lo largo del último siglo a negociar un acceso marítimo soberano.
Por ello, el gobierno boliviano pide en última instancia a los magistrados que dictaminen que Chile “está obligado a cumplir esta obligación [de negociar] de buena fe, de manera pronta y formal, en un plazo razonable y de manera efectiva”.
La sentencia abrirá la vía para que “Bolivia retorne al océano Pacífico con soberanía”, auguró el sábado Morales, que aspira a postularse a un cuarto mandato. “A partir del lunes debe iniciarse una nueva era” de relaciones con Chile, agregó.
“Chile espera con tranquilidad el fallo de La Haya (…), porque sabemos que la historia, el derecho internacional y los tratados que hemos firmado sustentan, validan y respaldan la posición chilena”, expresó Piñera en Arica (norte).
Ecos peruanos
Chile rechaza la demanda por considerar que debe imperar el derecho internacional que regula los tratados como el de 1904, que reconoce a Bolivia el libre uso de puertos chilenos. En septiembre de 2014, la Corte ya le infligió un revés a Santiago, al considerarse competente para juzgar el caso.
A la espera de la decisión, en Chile, han surgido voces a favor de abandonar el Pacto de Bogotá -que le da jurisdicción a la Corte- como hizo Colombia en 2012, tras el fallo negativo para sus intereses en el diferendo marítimo que mantuvo con Nicaragua.
Más allá de Santiago y La Paz, que sólo tienen relaciones a nivel consular desde 1978 tras un fallido acercamiento, la decisión del tribunal también será seguida de cerca en Perú, país aliado de Bolivia en el conflicto del siglo XIX.
Perú firmó un acuerdo con Santiago en 1929 que establece que debe ser consultado, si Chile decidiera ceder en algún momento a Bolivia un territorio que fue peruano antes de la guerra.
El eterno conflicto entre Chile y Bolivia
Chile y Bolivia protagonizan la ruptura más larga de relaciones diplomáticas en América Latina: cuatro décadas de tensiones y roces entre dos vecinos que no han logrado superar las consecuencias de la guerra que los enfrentó a fines del siglo XIX.
La histórica confrontación de cuatro años, desatada en 1879 y en la que Bolivia perdió su acceso al mar, dejó profundas huellas, que los bolivianos se la siente como una suerte de mutilación que les impide acceder a un mayor desarrollo, mientras que en Chile –el país vencedor- es percibida como una molestia permanente que ha fomentado la imagen de ‘mal vecino’.
“En este caso particular ha habido una guerra de por medio, lo cual deja secuelas más fuertes que otros conflictos que solamente se expresaron a través de la diplomacia o las cortes internacionales”, recuerda a la AFP Carlos Malamud, investigador principal del Real Instituto Elcano de Madrid.
En cuarenta años ningún esfuerzo por recomponer los vínculos prosperó. De 1975 bajo los gobiernos de facto de Hugo Banzer y Augusto Pinochet data la más cercana posibilidad de acuerdo, el llamado ‘Abrazo de Charaña’, en el que Chile cedía a Bolivia un corredor soberano al norte de la ciudad de Arica. No obstante, La Paz lo rechazó.
Años más tarde, durante la primera administración de la socialista Michelle Bachelet (2006-2010) se estableció una ‘Agenda de 13 puntos’, que incluía el tema del mar, pero que al igual que Charaña, terminó sin resultados.
Un punto de inflexión se dio en 2013, con un mayor deterioro de las relaciones tras la decisión del presidente Evo Morales de demandar a Chile en la corte de La Haya, para obligarle a negociar la salida al mar.
¿Qué impide avanzar?
La emergencia de los nacionalismos, las aspiraciones políticas de Morales y el cada vez menor consenso en Chile en torno a hacerle concesiones a Bolivia se mencionan como parte de los factores que les han impedido a los dos vecinos restablecer las relaciones diplomáticas interrumpidas desde marzo de 1978.
“Aquí nos enfrentamos una vez más, como en tantas otras manifestaciones de la historia latinoamericana, con la fuerte impronta del nacionalismo”, dice Malamud.
Si en Bolivia la pérdida de la salida al mar es vista como una “gran afrenta”, en Chile también hay un “reflejo defensivo nacionalista” como respuesta a la agresividad, agrega este analista.
La aspiración de Morales de postularse a un polémico cuarto mandato lo alentaría a seguir con el discurso en contra de Chile, que lo llevó a catapultarse de líder cocalero a mandatario con gran apoyo popular.
“Él (Morales) descubre esa veta y después la desarrolla en toda su magnitud. Es un experto en la construcción del relato, de conmover y apelar a la emocionalidad y eso le ha dado muy buenos resultados”, dice a la AFP Paulo Lacoste, académico argentino del Instituto de Estudios Avanzados de la Universidad de Santiago.
La estabilidad política sin precedentes de Bolivia bajo su mando supone un aumento significativo de poder para Morales, que adicionalmente celebra el excepcional crecimiento económico alcanzado en los 12 años al frente del gobierno.
En el caso de Chile, la escalada de tensión ha reducido el apoyo a la causa boliviana afianzando -casi sin contrapeso- la posición oficial de irrestricto respeto al tratado de 1904 que puso fin a la Guerra del Pacífico.
“Para Chile es inviable ceder soberanía, porque se estima que la cuestión de la soberanía está regida por el tratado fronterizo de 1904 y es ese el acuerdo nacional que existe”, dice Astrid Espaliat, académica del Instituto de Estudios Internacionales de la Universidad de Chile.
Difícil fin a las fricciones
El fallo del lunes no supondrá el fin de las fricciones. La misma corte analiza otra demanda que enfrenta a los dos países, esta vez una presentada por Chile por las aguas del Silala, que Bolivia denuncia que fueron canalizadas artificialmente hacia territorio chileno.
La Corte puede aceptar o rechazar la petición de Bolivia para obligar a Chile a sentarse nuevamente a negociar.
“Me procupa que algunos políticos y gobernantes no han aprendido nada de la historia (…) Si alguna de las dos partes insiste en tratar esto como un juego donde uno gana y el otro pierde, eso es fatal y augura no buenas noticias al respecto”, dice Malamud.
Fuente: BioBioChile.