Nuevas protestas se organizaban el viernes en Río de Janeiro en homenaje a la concejal Marielle Franco, asesinada el jueves a balazos, en medio de todo tipo de versiones sobre las motivaciones del crimen.
Movimientos sociales llamaban a una concentración a fines de la tarde frente a la Asamblea Legislativa del Estado de Río (Alerj), después de las marchas de la víspera que movilizaron unas 50.000 personas en Río, 30.000 en Sao Paulo y varios miles en otras ciudades del país.
En el centro de Río, los faroles estaban cubiertos con imágenes de la dirigente del Partido Socialismo y Libertad (PSOL), conocida por su combate contra el racismo y las violencias policiales en las favelas.
Las paredes del Consejo Municipal, en la plaza Cinelandia, de donde salieron las marchas del jueves, estaban cubiertas de pintadas contra la policía y contra el gobierno del presidente conservador Michel Temer.
‘Ejecución’
La investigación corre bajo secreto de sumario, pero según trascendidos, el coche en el cual Marielle Franco regresaba a su casa desde una reunión sobre la promoción de mujeres negras fue seguido durante cuatro kilómetros por otro vehículo.
El ataque se produjo en el centro de la ciudad. Junto a la concejal murió el conductor del vehículo, Anderson Gomes. Otra pasajera, su asistente de prensa, recibió solo esquirlas.
Según el portal G1, los atacantes habrían contado con el apoyo de otro coche, cuya matrícula pudo ser identificada con imágenes tomadas por las cámaras de seguridad de la zona.
Numerosos comentaristas vinculan esa “ejecución” a las denuncias de la concejal contra el accionar de milicias parapoliciales o de la intervención militar de Río, decretada hace exactamente un mes por Temer.
El presidente denunció “un atentado contra la democracia y el estado de derecho” y su ministro de Seguridad Pública, Raul Jungmann, anunció una investigación exhaustiva, aunque se abstuvo de avanzar hipótesis sobre los ejecutantes.