El ingreso de un frente de mal tiempo asociado al monzón sudamericano, conocido informalmente como invierno boliviano ha generado precipitaciones en la alta cordillera de la Puna de Atacama, principalmente en el lado Argentino (Figura 1).
Este sistema húmedo viene acompañado de altas temperaturas que conllevan a un ascenso de la isoterma de cero grados y de las temperaturas diurnas en la alta montaña. Dicha variación en las condiciones meteorológicas producen un derretimiento de las reservas de hielo presentes en la cordillera, es decir, en los glaciares y suelos congelados (permafrost).
Por este fenómeno, se han registrado aumentos de los caudales en el Río Copiapó aguas arriba del Tranque Lautaro, especialmente provenientes del Río Pulido. El mismo efecto se está registrando en el Río Huasco, donde se han reportado aumentos en la turbidez del río Tránsito por los deshielos, debido a la mayor capacidad de erosión y transporte de sedimentos por el aumento de caudal.
Podemos sustentar esta conclusión debido a que desde hace varios meses, y gracias al aporte financiero de CORFO, la Junta de Vigilancia del Río Copiapó y de la Comunidad de Aguas Subterráneas (CASUB), estamos desarrollando e instalando sensores de mayor precisión que los existentes en los distintos ramales de la cuenca del Copiapó, para medir y analizar mejor los caudales cordilleranos.
El análisis preliminar de los datos ya obtenidos, indica que en todos los casos, se ha incrementado la relación entre el peak de fusión diario (generado por el calor diurno) respecto al caudal de base, indicando que el incremento de las descargas esta regulado por el patrón de fusión de las reservas criosféricas en la alta montaña, y no por precipitaciones directas que ingresan al sistema de drenaje, como fueron las crecientes destructivas de años pasados, generadas por el sistema meteorológico denominado como “baja segregada” que mueve humedad desde el Océano Pacífico y no desde el amazona como el sistema que opera en estos días.
Por lo anterior, el aumento de caudales no es atribuible directamente a las precipitaciones, sino al deshielo por aumento de las temperaturas. Es de esperar que esta creciente disminuya gradualmente a medida que las condiciones meteorológicas se estabilicen en los próximos días.
Figura 1 Imagen satelital MODIS del 3 de febrero, en la que se observa el porcentaje de cobertura nival. En el ovalo amarillo se marcan las anomalías de precipitación detectadas por el índice de hielo y nieves para dicho día. Los días posteriores a esta imagen se encuentran con cobertura nubosa
Ayôn García Piña
Investigador