Durante las últimas semanas hemos sido testigos de una serie de declaraciones, reacciones y posturas, provenientes de distintos sectores, respecto de los últimos hechos acontecidos en nuestra región y que tienen relación con los desastres naturales que hemos vivido. Asimismo, desde dichos sectores políticos y ciudadanos en general se han buscado respuestas, mismas que a mi entender más allá de las formas y polémica, se hace imperativo profundizar en respuestas y posteriores soluciones que, incluso, deben ir más allá de las fronteras de nuestra región.
En efecto, tras los aluviones de marzo de 2015 que afectaron a miles de familias, se generó un esfuerzo regional por dar respuesta a los damnificados. Autoridades, privados, y la comunidad, aunaron esfuerzos y criterios para superar la tragedia. Fuimos testigos de innumerables visitas de autoridades y del trabajo incesante y esforzado a nivel local, no obstante aquello, nos encontramos que pese a los anuncios, gran parte de las decisiones se centralizaron en la capital del país, lo que redundó en una demora en la respuesta a la contingencia de nuestras autoridades regionales, perjudicando, evidentemente, a nuestros conciudadanos en desgracia.
Esto no es la primera vez que ocurre, a lo largo de las últimas décadas muchas veces nuestra región se ha visto postergada en sus aspiraciones debido a que todo se resuelve en Santiago. Ello lo han vivido y experimentado Intendentes desde Raúl Barrionuevo, hasta la actual primera autoridad regional Miguel Vargas.
El camino fácil es la crítica liviana y el endosar responsabilidades, sean estas fundamentadas o no. El tema de fondo es que la manoseada descentralización no deja de ser sólo una palabra que surge en periodos determinados de la historia, y que en la práctica está lejos de ser una realidad. El viejo deseo de desmarcarse de una vez del “centralismo mapochino” debe ser alguna vez hecho carne en el pensamiento y acción de cada uno de los atacameños.
Por estos días se ha estado discutiendo en el Congreso Nacional, como primer paso de la descentralización, la norma que permitirá la elección popular de los denominados Gobernadores Regionales, que reemplazarían a los actuales Intendentes. Ello si bien es un comienzo y sintomático de lo expresado precedentemente, es claramente insuficiente para que las regiones sean capaces de solucionar en sus territorios sus grandes problemas.
Sin caer en el federalismo, el denominado Gobernador Regional, debe tener desde un comienzo las atribuciones necesarias que le permitan hacer el trabajo que la gente necesita y merece, de lo contrario se convertirá en un puesto protocolar que sólo aumentará el aparato del estado.
En la región, por medio del Gobernador Regional, debe estar la capacidad de administrar y gestionar estándares de calidad en temas tan sensibles como salud, vivienda y educación, por mencionar los más inmediatos.
Debemos ser capaces como región de implementar caminos de solución a temas tan relevantes como la contratación de médicos especialistas, el aumento de horas médicas, la construcción de nueva infraestructura y la renovación de la existente. Por otra parte, desde nuestra mirada tendremos que ser un aporte en la construcción de la región, con una administración de recursos a nivel local, priorizando las tan necesarias obras de mitigación, que hasta hace unos años atrás nadie pensaba como indispensables, y las tareas que permitan mejorar la calidad de vida de cada una de nuestras comunas.
La descentralización debe ser efectiva y debe ir más allá de los personalismos, no puede ser sólo el discurso de algunos, sino que debe ser la mirada de todos los que hemos sido o serán autoridades.
Nuestros parlamentarios, en esta dinámica, deberán ser capaces de llevar la región al Congreso, haciendo fuerza y presión para que las políticas nacionales, que muchas veces se deciden entre cuatro paredes, tengan miradas locales, dado que cada región posee su propia historia, complejidades y necesidades.
Por último, es de esperar que las decisiones en este tenor puedan tener definitivamente el sentir de zonas como la nuestra, que a lo largo del tiempo, y pese al esfuerzo de quienes hemos desempeñado cargos de responsabilidad gubernamental, requieren de un marco legal que fortalezca y permita la tan esperada descentralización, entregándonos la posibilidad cierta de ser ciudadanos de una región pujante, moderna, con servicios de primera calidad, y un futuro más promisorio.
Sólo lo anterior aseguraría que seamos nosotros los atacameños los que tomemos las decisiones de inversión, por ejemplo, en aquello que sea absolutamente necesario y urgente, tal como debería ser centrar los esfuerzos económicos en las necesarias medidas de mitigación del cauce del río Copiapó y quebradas, afín de dar una solución definitiva para que miles de los nuestros nunca más vuelvan a sufrir los embates de la naturaleza. Mismas medidas que favorecerán el progreso, mejoramiento productivo y la calidad de vida de todos y cada uno de los habitantes de esta hermosa tierra.