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Solicitan prevenir enfermedad que afecta a las abejas

logitoA raíz del hallazgo de la enfermedad Loque Americana (presente en Chile) en dos apiarios de productores apícolas de la provincia de Copiapó, el Servicio Agrícola y Ganadero, SAG, está haciendo un llamado al sector a tomar medidas preventivas para evitar su diseminación a otras colmenas y a contactarse con la institución ante la sospecha de su presencia.

De acuerdo al director regional del organismo, el médico veterinario Juan Carlos Valencia, una de las características principales de la afección es su fácil contagio, por medio de abejas infectadas con la bacteria que vuelan hasta otros apiarios, como también por el traslado de materiales de trabajo desde colmenas afectadas a otras sanas.

“El Loque Americana afecta principalmente a las larvas de las abejas, en ningún caso al ser humano, cuya bacteria genera esporas resistentes en el medio ambiente que permanecen en materiales como marcos, palancas, miel o polen, o trajes de protección, por lo que la recomendación es no llevar estos materiales hasta otros apiarios hasta que podamos descartar la presencia de la enfermedad”, indicó.

Al respecto, el Servicio viene realizando reuniones de difusión con apicultores locales, así como haciendo visitas y tomando muestras en sectores aledaños a los focos encontrados, de manera de controlar precozmente el posible contagio entre apicultores.

“Este es un trabajo de investigación epidemiológica que estamos realizando con el fin de determinar el origen de la enfermedad, y a los apicultores les explicamos la forma que presenta la enfermedad y las medidas que el servicio debe tomar obligatoriamente, ya que se trata de un problema serio que puede causar una alta mortandad de abejas”, explicó Valencia, agregando que entre los signos de su aparición destaca la presencia de escamas oscuras en celdas (crías muertas), olor agrio y crías chiclosas.

El Loque Americana es una enfermedad endémica establecida en Chile, causante de graves perjuicios económicos al sector productivo. Sus esporas de transmisión pueden sobrevivir por más de 35 años en el ambiente, siendo resistentes al calor, la congelación, a desinfectantes, la desecación y la luz ultravioleta.

Cabe destacar, que el último registro de la enfermedad en la región data de 2012, en que dos focos fueron controlados oportunamente por el SAG con el apoyo del sector apícola.

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